lunes, 20 de febrero de 2017

Curioseando: Flores deshojadas



Flores deshojadas
por Cristian de la Cruz

El ser humano suele comportarse de un modo poco inteligente a menudo, no se sabe si porque eso le conviene en ciertas ocasiones, para alcanzar un objetivo oculto que no le es posible justificar y nada tiene que ver con lo que declara, o porque realmente cree en las tonterías que hace.

A manera de ejemplo típico tenemos el caso de la creencia, bastante extendida en una época, de que el sida era una enfermedad que sólo afectaba a homosexuales; como si un virus pudiera distinguir la preferencia sexual de su próxima víctima de algún modo y decidir conscientemente si ésta le convenía para sus "malévolos" propósitos.

El resultado de esa idea nada acorde con la experiencia es de todos conocido, fueron muchos los hombres y mujeres heterosexuales que cavaron sus propias tumbas al no protegerse adecuadamente por creerse inmunes.

Pero por lo menos en el caso comentado arriba, era la persona ingenua, y no otra, la que pagaba por las consecuencias de guiarse por una idea tan poco creíble. En otras ocasiones, por desgracia, los platos rotos los han pagado los inocentes, y por eso, los hechos han despertado la indignación de la gente consciente.

Es éste último precisamente, cuando una víctima inocente es sacrificada por una idea sin sentido, el caso que sirvió de inspiración al pintor español Ramón Casas (1866-1932) para la creación en 1894 de su obra "Flores deshojadas".


A finales del siglo XIX se había extendido la creencia de que tener relaciones sexuales con una chica virgen servía de cura a la sífilis, una enfermedad que en esa época era bastante común entre la población, y que era mortal con frecuencia debido a que aún la penicilina no había sido descubierta. Y el resultado de esa falsa teoría de moda fue que los casos de violación a adolescentes se hicieron tan comunes que no hubo una sola persona que pudiera ignorar su existencia, incluidos los artistas.

Claro, puede pensarse que la creencia comentada era cosa de esos tiempos, ahora en el pasado, cuando reinaba el analfabetismo en la mayoría de los países. Pero no debe engañarse el lector, no es en todas partes que reina la cordura. Hasta donde se sabe, la práctica que le sirvió de inspiración al pintor español continúa en activo en el África negra, en donde se cree que sirve para curarse del sida. Por eso, no debe extrañar a nadie si de pronto se encuentra con una versión moderna de la obra de Ramón Casas comentada, y menos si esta vez está posando una modelo de piel oscura.

¿Qué cree usted? ¿Conoce otros casos parecidos, en los que una obra de la plástica sirva o haya servido de denuncia a un hecho despreciable?

Espero sus comentarios.

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