jueves, 3 de noviembre de 2016

La poesía de Viviany Surí Vega



La gravedad del amor

Dibujando un enorme ángel
Dios nos mira.
Toca mi cabeza
cenamos el cuerpo que nos trae:
Y la luna es testigo.
Sangre en mi boca bailando en aquel festín
y la mano negra rodeada de humo acosa mi cuello.
Beso el abismo
vestida en llamas.
Tomo Whisky y quemo las almohadas que rozan mis penas,
el cielo clausura sus puertas odiando mi imaginación,
se cierra ya
palacio de culpables,
¿dónde va mi cuerpo desnudo?


Destino

No busques afuera la degradación, ni el silencio en el pensamiento común.
Que cuando en los últimos lustros la degradación ponga sus anhelos en el azogue nada te conserve.
¿Y es un gesto el que hace estas ganas que tienes sobre el puente y nunca es víspera?

¿Pertenece la belleza del alcohol a la Oruga de la Oscura Noche?
Divaga como un compás que teme a la belleza, pero es bello.


En silencio

Voy mirando las calles de mi mente
sus crepúsculos de fantasmas abrumadores
en busca de la esperanza divina
recibir la gracia del rey nocturno.
Que las estrellas se apaguen
que no me persigan
pasar inadvertida.
Cometa sobrenatural,
por el que podrían alucinar las iglesias sin cruz
almas derrocadas por el dragón
y tener en la mente ventanas ajenas
donde la llama ardía sin esconderse.
Escucha el temor de los enfermos
de los fusilados por el polvo y de los abandonados por el viento
regresando a sus pueblos
con el filo de la bestia más acosadora.
Villano – sucio, es el lamento.
Y Cristo ahí
muriendo de vergüenza.
Esa flor oculta
que es hoy
su sangre
y nuestro abismo.


Melancólico cigarro

En el bolsillo tengo un cigarro que me pregunta:
¿Por qué no me enciendes? El fuego
es mi único amigo, el suelo mi muerte.
Y yo le digo: También la mía, ahí vamos todos,
incluso tú que me matas, me fusilas.
Dame otro beso, préndete.

Entonces me dice:
Yo, prenderme yo
que no amo a nadie
y a la vez amo insuficientemente,
yo que me reproduzco
y puedo reencarnar varias veces
y hasta puedo besarte
sin que te des cuenta
para que me brindes la oportunidad
de escuchar poemas.
Ya que a ellos debo mi honor,
mátame ahora, debes hacerlo,
no esperes más y haz que cante la mecha.
No me ahogues en tus lágrimas insulsas,
enfermo de tu cenicero.


Si le ha gustado esta selección, próximamente estará a su disposición el texto íntegro del libro de poesía Iluminaciones Interiores, donde encontrará muchos más poemas parecidos.

Puede enviar sus propias obras a katharsismagazine@gmail.com si desea publicarlas en este blog.

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