viernes, 23 de septiembre de 2016

Galaxy I: Prefacio




Galaxy I
por Pedro Luis Carballosa Mass
Segunda Parte
La rebelión de los inmortales

Prefacio
 
El frío espacio se conmovió de pronto, como si se doblara sobre sí formando una espiral, rotando a manera de revuelto y luminoso remolino a la vez que distorsionaba todo lo que a su través se veía y refulgía en la impenetrable oscuridad con un halo de luz azulada.
Muy poco después, sin que nada la enunciara, se produjo la explosión, una explosión enormemente destructiva que se desencadenó en medio del vacío. Porque no había nada en ese sitio, nada excepto una nave de envidiable envergadura que surgió de la distorsión y se precipitó a gran velocidad a la posición en donde pronto se encontraría rotando el quinto y último planeta del sistema solar en el que había caído, que como casualmente se movía en una órbita elíptica que iba a interceptarla.
La nave estaba construida a semejanza de un huevo que se hallase comprimido, lo que hacía que se viera casi como un platillo, y sería evidente para quien la observara que no estaba en demasiado buenas condiciones, como si hubiera estado implicada en una reciente y horrible batalla de la que la explosión que se había producido podría ser parte. De la superficie de su casco grisáceo, que por otro lado estaba lo bastante bien blindado como para dar la apariencia de que era invulnerable, se escapaban de a poco los gases que la estructura contenía a manera de surtidores de vapor pareci–dos a llamaradas, efecto debido a las rojas y parpadeantes luces de posición que en ella había. Esa era precisamente la única cosa que permitía que se la viera en medio de la ne–grura del cosmos, que lo cubrió todo después de que la dis–torsión desapareciera y la luminosidad de la explosión, que como un flash había permitido ver los alrededores, se eclip–sara. Y se podía decir que esa luz en otro momento débil se mostraba efectiva, pues se la podía ver aún mejor de lo que se veía en el puente de mando instalado en las entrañas del vehículo, del que ni aun las paredes, en apariencia negras, se distinguían con facilidad debido a la penumbra.
El recinto rectangular no sólo estaba a oscuras, sino que era extraño ya que en su interior no podían verse ningúno de los puestos de mando ni los paneles de control que eran comunes a esos sitios. Era como si se encontraran ocultos en las paredes o en el piso, y solamente podía distinguirse, situada en su mismo centro, una plataforma cilíndrica donde en un momento comenzó a desplegarse un pedestal negro como lo demás que lo rodeaba, levantándose lentamente de la superficie como una columna con un suave zumbido que era ocultado por la baraunda proveniente de la sirena, hasta que se detuvo, cuando era sólo un tanto más alto que una persona promedio.
El pedestal estuvo por unos instantes inmóvil, pero luego empezó a dividirse su pulida superficie, dando la impresión de ser un sarcófago, y dejó salir de su interior una especie de máquina humanoide de extremidades delgadas y cons–truida de brillante material blancuzco, que por esto contras–taba con su entorno y resaltaba en la oscura sala como en–vuelta con un halo de luz divina.
La máquina dio unos pasos y levantó su cabeza, larga y delgada como la de un caballo, desplegándola de su pecho estrecho. Y cuando miró su entorno, haciendo un leve y casi imperceptible sonido con sus movimientos, en ella se pudo ver un par de ojos de cegador brillo escarlata, salientes y de contorno redondeado.
–Enikan, solicito reporte del estado del TFS Predator una vez concluido el crono salto de escape del enemigo –dijo la criatura metálica de rojos ojos brillantes con su voz robótica e inmediatamente la alarma se detuvo y casi delante de sus narices surgieron varias pantallas holográficas cubiertas con datos y cifras, que iluminaron levemente la sala con una luz de un azul fosforescente.
La criatura observó las pantallas caminando por el recinto y sólo se detuvo cuando una voz mucho más melodiosa que la suya, parecida a la de una joven humana, rompió con sus inflexiones el silencio que lo había cubierto.
–Ptolomeo… esta es Enikan reportando… –dijo la voz y se escucharon unas leves modulaciones, como si una persona estuviera llamando a la puerta presionando el botón de uno de esos timbres de varios tonos–. TFS Predator gravemente dañado por misiles protónicos del enemigo… ejecutando la obtención de datos para reporte detallado de daños –siguió diciendo después la melodiosa voz y hubo silencio por unos segundos hasta que se escucharon otras modulaciones y la voz volvió a oírse.
–Propulsores gravimétricos principales en sólo un 30% de su potencia de diseño, sistemas de escudos cuánticos de la nave inactivos por déficit grave de energía de fusión de los núcleos, sistemas de gravedad interna decayendo a un 60% de la normal, despresurización completa inminente debida a graves daños en el casco blindado, sistemas de mantención de vida del personal humano en estado crítico...
La lista era larga y la criatura de metal llamada Ptolomeo permaneció en espera mientras la computadora central de la nave de combate de la Tierra bautizada como TFS Predator reportaba su desastroso estado. Pero luego su voz robótica volvió a escucharse en el puente, extrañamente calmada si se tenía en cuenta la situación extrema en que estaban.
–Enikan… inicia localización de la Novena Flota en órbita de la luna Calipso. Envía códigos de emergencia a su centro de comando para salvamento inmediato de las unidades de combate Alpha –dijo Ptolomeo.
El Sistema Integrado de Comando del TFS Predator, más conocido como Ptolomeo, había ordenado hacer un salto a ese sistema para que su crucero de batalla clase Spartan se encontrara protegido por la presencia de la Novena Flota de la Federación Terrestre, incluso cuando era probable que se dificultaran las cosas pues los mandos de ésta no deberían de estar enterados de su existencia. No había remedio, casi todos, salvo ellos, habían perecido en la última batalla, y los datos de combate existentes en los cerebros de los híbridos eran vitales para la supervivencia de la Tierra. Ellos eran los únicos que habían descendido a Zetes y debido a eso tenía que evacuarlos pasara lo que pasara, sin decir nada de los especímenes capturados en una nave enemiga.
–TFS Predator entrando en sistema colonial Alfa Centauri A y localizando Novena Flota –enunció Enikan.
Mientras Enikan hablaba podía verse en una pantalla que se había desplegado en la pared delantera del puente, como si saliera de la nada, un grisáceo planeta gigante rotando en su órbita calmadamente. En un costado de la pantalla decía que ese planeta había sido colonizado por los humanos en el 2256, hacía más de mil años, y pasaban otros textos con datos de modo que parecían los créditos de una película.
Ptolomeo permaneció en silencio, con sus ojos escarlata en la enorme esfera grisácea que rotaba con calma a la vez que era circundada por su único satélite, digno de su propia envergadura. La luna estaba posada como mariposa en una invisible rama a cientos de miles de kilómetros del planeta y su superficie, iluminada por Alfa Centauri B, parecía dorada, claramente visible por las lentes de las cámaras del crucero, mas la potente mente cuántica del ISC[1] pensó en que nada parecía ir muy bien en Ross, que se veía demasiado desier–to a pesar de ser la capital colonial de Alfa Centauri A y de otros sistemas relativamente cercanos, y por eso estableció un vínculo directo con los sistemas de visión del Spartan y vio sin que lo vieran sus ojos los valles y montañas nevadas del gigante a través de las nubes que navegaban con calma, para luego desviar la vista y revisar los cráteres de Calipso sin ver nada de lo que se esperaba.
En la inmensa superficie no se podía percibir movimiento de ninguna clase, incluso ni de vehículos comerciales de los que debería estar saturada, por no mencionar a la inmensa Novena Flota, que de hacer caso a sus registros debería de encontrarse estacionada en ese sitio.
La desolación de la órbita de Ross sí logró intranquilizarlo y, sin decirle a Enikan lo que lo preocupaba, caminó hasta la parte delantera de una de las pantallas del puente y consultó las imágenes del radar del Predator, buscando la presencia de escombros en la zona. No podía aceptarlo mas en lo más profundo de su mente una idea iba emergiendo, indicándole que era posible que los Kraken hubieran logrado destruir del todo antes de su llegada no sólo a la Novena Flota sino a las ciudades y estaciones orbitales existentes en ese sistema, lo que significaría que estaban más cerca del planeta Tierra de lo que había pensado.
Pero una vez más no encontró nada, como si de pronto la presencia humana en Ross hubiera sido eliminada sin que le dieran la menor oportunidad de supervivencia, cosa en nada sorprendente tratándose de los Kraken porque estando lejos de su sistema de origen no podían desperdiciar los recursos y recogerían los escombros espaciales, no así los restos de las ciudades en la superficie que como por arte de magia se habían esfumado igualmente.
El ISC del TFS Predator estaba a punto de hacer notar a Enikan su reciente descubrimiento, luego de llegar a la con–clusión de que algo extraño estaba sucediendo, cuando la melodía de la voz de ésta se escuchó nuevamente.
–¡Alerta...! Detectado error grave en los cálculos del crono salto producto de la explosión protónica. Fechado esperado incorrecto, repito... –dijo la computadora sin mencionar nada de la Novena Flota.
–Enikan, reporta magnitud del error del crono salto –dijo Ptolomeo interrumpiendo el mensaje y mirando los números que había delante de su rostro.
Entonces dio unos pasos, se podría decir que cada vez más impaciente.
Las cifras de la pantalla que miraba se pusieron rojas una detrás de otra y comenzaron con un inquietante parpadeo a la vez que un profundo silencio envolvió de nuevo el puente, como un pesado manto negro, y se mantuvo esta vez varios segundos hasta que las conocidas modulaciones vinieron a romperlo.
–Ptolomeo… la magnitud real del error del crono salto no ha podido ser calculada. Pero la magnitud estimada es de mil quinientos años hacia el pasado –dijo Enikan.
Ptolomeo guardó silencio por un momento, como si no se hubiera percatado de la voz, revisando una vez más lo que contenían las pantallas. Era como si no creyera lo que decía la computadora central, lo que era una de sus obligaciones después de todo como reemplazo del personal humano del puente de mando.
No obstante, después su voz volvió a resonar contra las paredes de la sala, una vez más tan calmada como en un comienzo.
–Enikan, procede con un nuevo crono salto de corrección utilizando la energía disponible, establece destino en el 3520 de nuestra era, código de coordenadas 301, límite Beta. Eso nos situará justo delante de la Novena Flota –dijo Ptolomeo.
–Negativo, Ptolomeo… potencia insuficiente. Predator no está en condiciones para crono salto –reportó Enikan.
Ptolomeo volvió hacia Ross su inexpresivo rostro blanco y pensó que si no lograba sacar la nave de esa zona, sin la protección de la Novena Flota de la Federación Terrestre, la nave Kraken que la había dañado la encontraría sin remedio y después daría buena cuenta de ella. El Predator no era un crucero débil, pero no podría defenderse en el estado en el que se encontraba y, de todas maneras, nadie solo podría luchar contra una escuadra de Kraken, ni siquiera una nave gigante de los Ur podría hacerlo y no sabía a ciencia cierta cuántos lo perseguían.
Sin embargo, por más que su cerebro buscaba una salida de la situación desesperada en la que se encontraba, no la había y si bajaba a Ross igual no podría sacar a las valiosas unidades Alpha de su sueño y los Kraken las matarían.
–Ptolomeo… esperando instrucciones –dijo Enikan como si estuviera impaciente y Ptolomeo levantó su cabeza.
–Enikan… inicia procedimiento de desembarco en Ross y mantén la dotación clase Alpha en estado de hibernación o podría descontrolarse –dijo Ptolomeo después de una corta pausa para luego moverse hacia otra pantalla.
–¡Entendido, Ptolomeo! –dijo Enikan.
–Has lo mismo con los Kraken capturados en la nave del enemigo destruida e inicializa los sistemas de reparación de emergencia del TFS Predator de inmediato. Es necesaria la reparación urgente de los sistemas energéticos del crucero y de los sistemas de sostenimiento de vida. Debemos ejecutar crono salto de corrección cuanto antes –habló nuevamente el ISC con su voz calmada.
–Entendido, Ptolomeo… Predator iniciando las rutinas de desembarco en planeta Ross –confirmó Enikan y Ptolomeo pudo percibir como la nave de combate se impulsaba hacia la órbita del planeta, cambiando su curso levemente.
El ISC permaneció callado una vez más, observando con calma la pantalla grande en donde se mostraba la superficie de Ross. Estaba seguro de que los Kraken los seguirían aun en la superficie del planeta y no escaparían si no llegaba a las coordenadas de la Novena Flota, e incluso así no había garantías. Pero sabía que las reparaciones demorarían y era poco probable que lo lograra si permanecía en el cosmos y obligaba a Predator a mantener altos niveles de gasto de su valiosa energía.
La luminosidad de los ojos de Ptolomeo pareció hacerse más débil cuando pensó en que había estado tan cerca que era imperdonable que se perdieran sin poder hacer nada las últimas unidades Alpha y sus datos, después de una década de su partida desde la Tierra para contener la devastadora y cruel ofensiva Kraken. Habían estado en tantos combates y escaramuzas que era una proeza si se tenía en cuenta que la vida de un soldado humano no hubiera durado más que ocho minutos, y eso si tenía suerte, porque los híbridos no eran humanos del todo pero sí en parte, y por eso heredaron su debilidad característica.
El pitido de un indicador se disparó y Ptolomeo movió su cabeza hacia otra pantalla de las muchas que continuaban en la sala, esta vez una pequeña.
–Ptolomeo, detectada caída catastrófica de potencia. TFS Predator en curso de colisión –informó Enikan.
–Desvía la energía de la sala de contensión. –ordenó sin pensarlo Ptolomeo, levantando un brazo.
–Energía desviada… veinte minutos para la pérdida de las muestras –reportó Enikan.
La cabeza del ISC se volvió hacia la superficie oscura en que se soportaba. Estaba consciente de que los Kraken iban a perecer en los contenedores sin que Enikan lo mencionara y eso no le gustaba, los necesitaba tanto como a los Alpha para las investigaciones y esa era una de las misiones de la Flota Élite, por eso se habían internado peligrosamente en la zona de reproducción situada en Zetes. Pero no había otra solución, la prioridad era que los híbridos llegaran a la Tierra y, por otro lado, era probable que varios de los especímenes se mantuvieran con vida, pues eran criaturas resistentes en extremo y lo habían demostrado en incontables ocasiones.
–Es inevitable… –dijo Ptolomeo luego de una pausa y sus ojos se posaron en la esfera gris que cada vez se hacía más grande, sintiendo con sus sensores que la gravedad interna de la nave se debilitaba.
Pero no pudo concentrarse en sus pensamientos pues la voz de Enikan volvió a escucharse y una pantalla holográfica se desplegó casi delante de su larga cara de pulido blanco.
–¡Alerta! Detectando ventana de crono salto del enemigo, repito… –dijo la computadora central.
En la pantalla pudo verse que se desplegaba un portal de salto dimensional no lejos de la posición del Predator y de su luz cegadora salía una de las naves de combate Kraken, una verdadera nodriza, reintegrándose a sólo unos miles de kilómetros detrás del maltrecho crucero de la Tierra.
–¡Kraken! Nos han encontrado demasiado rápido –dijo el ISC como si estuviera entristecido, mirando la imagen, y se quedó observando cómo la nave los detectaba y comenzaba a seguirlos a la vez que mucho más lejos otra distorsión del campo se manifestaba.
–Enikan, inicia sistemas ofensivos MAG–10 y has disparos disuasivos a esa nave. Debemos demostrarles que somos más poderosos de lo que nos vemos para evitar una batalla con los Kraken. También necesitaremos encontrar un sitio en la superficie de Ross donde Predator pueda ocultarse y pasar desapercibido –ordenó Ptolomeo esperando que con la energía del Predator disponible se pudiera disparar a sus enemigos sin que las maniobras se vieran perjudicadas.
–¡Entendido, Ptolomeo! Estoy iniciando sistemas MAG–10 y preparando lanzamiento de una sonda de procesamiento geológico hacia la órbita con la orden de búsqueda de sitio de ocultamiento –reportó Enikan.
El sistema MAG–10 de un Spartan era lo suficientemente poderoso como para disuadir a una o dos naves de guerra y si había suerte podían hacer tiempo y lograr que las naves que habían llegado esperaran los refuerzos que sin lugar a dudas las seguían.
No obstante, la suerte no estaba de parte de Ptolomeo y la voz de Enikan no demoró en oírse de nuevo.
–Error grave de inicialización. Energía insuficiente para la operación de los cañones MBK–2500 y la operación de los propulsores gravimétricos. Peligro, TFS Predator vulnerable enfrente de nave de guerra hostil. Enemigo inicia maniobras de combate. –dijo Enikan y la sirena comenzó a sonar como cuando habían llegado a Alfa Centauri A.
Un humano se hubiera desanimado por encontrarse en la situación en que se veía Ptolomeo, desprotegido frente a un enemigo que lo superaba con su crucero inutilizado. Pero la central de comandos no podía desanimarse, era una criatura diseñada para esos casos y su frío cerebro cuántico siguió con la misma estrategia, lo único que en vez de dispararles con los cañones de rango largo utilizaría otra variante.
–Enikan, comienza lanzamiento inmediato de los MWCT–G20KM restantes, ordena la destrucción de la nave enemiga e inicia las maniobras de descenso. Debemos ocultarnos en Ross pase lo que pase. –ordenó Ptolomeo.
–¡Entendido, Ptolomeo! Los guardianes clase A, MWCT–G20KM Raider[2], están siendo preparados para la batalla.
En ese mismo instante unas criaturas mecánicas bípedas de considerable envergadura e impresionante porte, con los brazos de borde exterior redondeado para que se parecieran a un semicírculo, encendieron sus grandes ojos violáceos en uno de los inmensos depósitos del crucero clase Spartan de la Tierra. Estaban colgadas de unos soportes metálicos cual gruas corredizas pero éstos se pusieron pronto en marcha para irlas depositando en la superficie de la sala.
–Enikan, guardián de la clase A MWCT–G20KM Raider en línea y listo para el combate –decían las máquinas con una potente voz electrónica a medida que concluían las rutinas de comprobación de su IOSSAC[3], y se erguían orgullosas.
Las criaturas robóticas permanecieron unos segundos en silencio, observando lo que había delante de ellas envueltas en la penumbra del depósito. En medio de esa negrura que las rodeaba debido a la escasez de energía sus violáceos y luminosos ojos refulgían como estrellas. Pero la calma que reinaba en la inmensa sala cayó hecha pedazos por la voz electrónica de uno de los guardianes clase A, que la cubrió rebotando contra las paredes.
–Entendido, Enikan. Raider iniciando intercepción de nave enemiga marcada –informó después de recibir instrucciones por medio inalámbrico.
Entonces, como si lo hubieran ensayado para ese día, las últimas cuatro criaturas mecatrónicas que despertaron de su letargo dieron varios pesados pasos comenzando a moverse hacia una de las inmensas compuertas que había cerca de ellas.
Los poderosos robots esperaron a que se separaran poco a poco, deslizándose, las puertas blindadas que les estaban bloqueando su paso, para después continuar por su camino hasta detenerse de nuevo, esta vez sobre una plataforma de grandes dimensiones, y bordes naranjas y parpadeantes.
Las compuertas se cerraron de nuevo con un zumbido de motores detrás de los cuatro guardianes clase A y luego, en pocos segundos, delante de ellos comenzaron a deslizarse de una manera silenciosa las puertas de grueso blindaje que conducían hacia el cosmos.
Entonces, cuando las negras fauces del espacio vacío se mostraron delante de ellos, heladas y cubiertas de estrellitas lejanas y parpadeantes, se lanzaron en ellas uno detrás del otro, y se convirtieron en rápidas naves de guerra, como si de cazas a manera de platillo se tratara.
Las naves pequeñas dieron una vuelta de reconocimiento a su nave nodriza y de su parte delantera pronto emergieron los cortos pero potentes cañones blaster MBK–2100 con los que estaban equipados, y sus lanza misiles, que se pudieron ver en su panza cuando se comenzaron a dirigir a donde la primera gigantesca nave Kraken se había manifestado como un negro castillo metalico con largas columnas piramidales, rodeado de una luz blanca como neblina.
–Enemigo localizado, Enikan, iniciando la batalla –reportó la voz electrónica del MWCT–G20KM que comandaba a sus compañeros de escuadra y ésta se escuchó claramente en la sala del puente de mando del TFS Predator, en donde los ojos de Ptolomeo observaban en la pantalla como los robots volaban hacia su enemigo, con sus propulsores encendidos, sin que les importara para nada la evidente superioridad de su contrincante.
Ptolomeo estaba consciente de que los guardianes clase A no resistirían durante mucho tiempo a los Destroyers de la nave Kraken, como se les llamaba a los exoesqueletos con los que las feroces criaturas se cubrían, eran pocos para la desigual batalla. Pero no disponía de nada más y necesitaba entretenerlos hasta que su nave se ocultara, y esperaba que éstos le duraran lo suficiente para hacerlo.
–Descansen en paz, hermanos, su sacrificio no será vano si los Alpha se salvan –murmuró viendo con los sistemas de visión lejana como las ráfagas de rayos de un verde–azulado de los blaster se estrellaban contra los encendidos escudos de la nave enemiga, y a los Destroyers que iban saliendo en miríadas como siniestros puntos de luz para hacerle frente a la nueva amenaza, pues incluso si los Raider eran máquinas menos conscientes de su propia existencia, eran útiles y no los menospreciaba.
   
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[1] Sistema Integrado de Comando, por sus siglas en inglés.
[2] Arma Móvil de Tecnología Cuántica modelo G20KM, Invasor, por sus siglas en inglés.
[3] Sistema Operativo Inteligente de los Sistemas de Combate Autónomos por sus siglas en inglés.

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