Galaxy I
por Pedro Luis Carballosa Mass
Segunda Parte
La rebelión de los inmortales
Prefacio
El frío espacio
se conmovió de pronto, como si se doblara sobre sí formando una espiral,
rotando a manera de revuelto y luminoso remolino a la vez que distorsionaba
todo lo que a su través se veía y refulgía en la impenetrable oscuridad con un
halo de luz azulada.
Muy poco después,
sin que nada la enunciara, se produjo la explosión, una explosión enormemente
destructiva que se desencadenó en medio del vacío. Porque no había nada en ese
sitio, nada excepto una nave de envidiable envergadura que surgió de la
distorsión y se precipitó a gran velocidad a la posición en donde pronto se
encontraría rotando el quinto y último planeta del sistema solar en el que
había caído, que como casualmente se movía en una órbita elíptica que iba a interceptarla.
La nave estaba
construida a semejanza de un huevo que se hallase comprimido, lo que hacía que
se viera casi como un platillo, y sería evidente para quien la observara que no
estaba en demasiado buenas condiciones, como si hubiera estado implicada en una
reciente y horrible batalla de la que la explosión que se había producido podría
ser parte. De la superficie de su casco grisáceo, que por otro lado estaba lo bastante
bien blindado como para dar la apariencia de que era invulnerable, se escapaban
de a poco los gases que la estructura contenía a manera de surtidores de vapor
pareci–dos a llamaradas, efecto debido a las rojas y parpadeantes luces de
posición que en ella había. Esa era precisamente la única cosa que permitía que
se la viera en medio de la ne–grura del cosmos, que lo cubrió todo después de
que la dis–torsión desapareciera y la luminosidad de la explosión, que como un
flash había permitido ver los alrededores, se eclip–sara. Y se podía decir que
esa luz en otro momento débil se mostraba efectiva, pues se la podía ver aún
mejor de lo que se veía en el puente de mando instalado en las entrañas del vehículo,
del que ni aun las paredes, en apariencia negras, se distinguían con facilidad debido
a la penumbra.
El recinto
rectangular no sólo estaba a oscuras, sino que era extraño ya que en su interior
no podían verse ningúno de los puestos de mando ni los paneles de control que
eran comunes a esos sitios. Era como si se encontraran ocultos en las paredes o
en el piso, y solamente podía distinguirse, situada en su mismo centro, una
plataforma cilíndrica donde en un momento comenzó a desplegarse un pedestal
negro como lo demás que lo rodeaba, levantándose lentamente de la superficie
como una columna con un suave zumbido que era ocultado por la baraunda
proveniente de la sirena, hasta que se detuvo, cuando era sólo un tanto más alto
que una persona promedio.
El pedestal estuvo
por unos instantes inmóvil, pero luego empezó a dividirse su pulida superficie,
dando la impresión de ser un sarcófago, y dejó salir de su interior una especie
de máquina humanoide de extremidades delgadas y cons–truida de brillante material
blancuzco, que por esto contras–taba con su entorno y resaltaba en la oscura
sala como en–vuelta con un halo de luz divina.
La máquina dio
unos pasos y levantó su cabeza, larga y delgada como la de un caballo, desplegándola
de su pecho estrecho. Y cuando miró su entorno, haciendo un leve y casi
imperceptible sonido con sus movimientos, en ella se pudo ver un par de ojos de
cegador brillo escarlata, salientes y de contorno redondeado.
–Enikan, solicito
reporte del estado del TFS Predator una vez concluido el crono salto de escape
del enemigo –dijo la criatura metálica de rojos ojos brillantes con su voz robótica
e inmediatamente la alarma se detuvo y casi delante de sus narices surgieron
varias pantallas holográficas cubiertas con datos y cifras, que iluminaron
levemente la sala con una luz de un azul fosforescente.
La criatura
observó las pantallas caminando por el recinto y sólo se detuvo cuando una voz
mucho más melodiosa que la suya, parecida a la de una joven humana, rompió con
sus inflexiones el silencio que lo había cubierto.
–Ptolomeo… esta
es Enikan reportando… –dijo la voz y se escucharon unas leves modulaciones,
como si una persona estuviera llamando a la puerta presionando el botón de uno
de esos timbres de varios tonos–. TFS Predator gravemente dañado por misiles
protónicos del enemigo… ejecutando la obtención de datos para reporte detallado
de daños –siguió diciendo después la melodiosa voz y hubo silencio por unos
segundos hasta que se escucharon otras modulaciones y la voz volvió a oírse.
–Propulsores
gravimétricos principales en sólo un 30% de su potencia de diseño, sistemas de
escudos cuánticos de la nave inactivos por déficit grave de energía de fusión de
los núcleos, sistemas de gravedad interna decayendo a un 60% de la normal,
despresurización completa inminente debida a graves daños en el casco blindado,
sistemas de mantención de vida del personal humano en estado crítico...
La lista era
larga y la criatura de metal llamada Ptolomeo permaneció en espera mientras la
computadora central de la nave de combate de la Tierra bautizada como TFS
Predator reportaba su desastroso estado. Pero luego su voz robótica volvió a
escucharse en el puente, extrañamente calmada si se tenía en cuenta la
situación extrema en que estaban.
–Enikan… inicia
localización de la Novena Flota en órbita de la luna Calipso. Envía códigos de
emergencia a su centro de comando para salvamento inmediato de las unidades de
combate Alpha –dijo Ptolomeo.
El Sistema
Integrado de Comando del TFS Predator, más conocido como Ptolomeo, había
ordenado hacer un salto a ese sistema para que su crucero de batalla clase
Spartan se encontrara protegido por la presencia de la Novena Flota de la
Federación Terrestre, incluso cuando era probable que se dificultaran las cosas
pues los mandos de ésta no deberían de estar enterados de su existencia. No
había remedio, casi todos, salvo ellos, habían perecido en la última batalla, y
los datos de combate existentes en los cerebros de los híbridos eran vitales
para la supervivencia de la Tierra. Ellos eran los únicos que habían descendido
a Zetes y debido a eso tenía que evacuarlos pasara lo que pasara, sin decir
nada de los especímenes capturados en una nave enemiga.
–TFS Predator
entrando en sistema colonial Alfa Centauri A y localizando Novena Flota
–enunció Enikan.
Mientras Enikan hablaba
podía verse en una pantalla que se había desplegado en la pared delantera del
puente, como si saliera de la nada, un grisáceo planeta gigante rotando en su
órbita calmadamente. En un costado de la pantalla decía que ese planeta había
sido colonizado por los humanos en el 2256, hacía más de mil años, y pasaban
otros textos con datos de modo que parecían los créditos de una película.
Ptolomeo permaneció
en silencio, con sus ojos escarlata en la enorme esfera grisácea que rotaba con
calma a la vez que era circundada por su único satélite, digno de su propia
envergadura. La luna estaba posada como mariposa en una invisible rama a
cientos de miles de kilómetros del planeta y su superficie, iluminada por Alfa
Centauri B, parecía dorada, claramente visible por las lentes de las cámaras
del crucero, mas la potente mente cuántica del ISC[1] pensó en
que nada parecía ir muy bien en Ross, que se veía demasiado desier–to a pesar
de ser la capital colonial de Alfa Centauri A y de otros sistemas relativamente
cercanos, y por eso estableció un vínculo directo con los sistemas de visión del
Spartan y vio sin que lo vieran sus ojos los valles y montañas nevadas del
gigante a través de las nubes que navegaban con calma, para luego desviar la
vista y revisar los cráteres de Calipso sin ver nada de lo que se esperaba.
En la inmensa
superficie no se podía percibir movimiento de ninguna clase, incluso ni de vehículos
comerciales de los que debería estar saturada, por no mencionar a la inmensa Novena
Flota, que de hacer caso a sus registros debería de encontrarse estacionada en
ese sitio.
La desolación de
la órbita de Ross sí logró intranquilizarlo y, sin decirle a Enikan lo que lo
preocupaba, caminó hasta la parte delantera de una de las pantallas del puente
y consultó las imágenes del radar del Predator, buscando la presencia de
escombros en la zona. No podía aceptarlo mas en lo más profundo de su mente una
idea iba emergiendo, indicándole que era posible que los Kraken hubieran
logrado destruir del todo antes de su llegada no sólo a la Novena Flota sino a
las ciudades y estaciones orbitales existentes en ese sistema, lo que
significaría que estaban más cerca del planeta Tierra de lo que había pensado.
Pero una vez más
no encontró nada, como si de pronto la presencia humana en Ross hubiera sido eliminada
sin que le dieran la menor oportunidad de supervivencia, cosa en nada sorprendente
tratándose de los Kraken porque estando lejos de su sistema de origen no podían
desperdiciar los recursos y recogerían los escombros espaciales, no así los
restos de las ciudades en la superficie que como por arte de magia se habían
esfumado igualmente.
El ISC del TFS
Predator estaba a punto de hacer notar a Enikan su reciente descubrimiento, luego
de llegar a la con–clusión de que algo extraño estaba sucediendo, cuando la melodía
de la voz de ésta se escuchó nuevamente.
–¡Alerta...! Detectado
error grave en los cálculos del crono salto producto de la explosión protónica.
Fechado esperado incorrecto, repito... –dijo la computadora sin mencionar nada
de la Novena Flota.
–Enikan, reporta
magnitud del error del crono salto –dijo Ptolomeo interrumpiendo el mensaje y
mirando los números que había delante de su rostro.
Entonces dio unos
pasos, se podría decir que cada vez más impaciente.
Las cifras de la
pantalla que miraba se pusieron rojas una detrás de otra y comenzaron con un
inquietante parpadeo a la vez que un profundo silencio envolvió de nuevo el
puente, como un pesado manto negro, y se mantuvo esta vez varios segundos hasta
que las conocidas modulaciones vinieron a romperlo.
–Ptolomeo… la magnitud
real del error del crono salto no ha podido ser calculada. Pero la magnitud
estimada es de mil quinientos años hacia el pasado –dijo Enikan.
Ptolomeo guardó
silencio por un momento, como si no se hubiera percatado de la voz, revisando una
vez más lo que contenían las pantallas. Era como si no creyera lo que decía la
computadora central, lo que era una de sus obligaciones después de todo como
reemplazo del personal humano del puente de mando.
No obstante,
después su voz volvió a resonar contra las paredes de la sala, una vez más tan calmada
como en un comienzo.
–Enikan, procede
con un nuevo crono salto de corrección utilizando la energía disponible, establece
destino en el 3520 de nuestra era, código de coordenadas 301, límite Beta. Eso
nos situará justo delante de la Novena Flota –dijo Ptolomeo.
–Negativo,
Ptolomeo… potencia insuficiente. Predator no está en condiciones para crono
salto –reportó Enikan.
Ptolomeo volvió hacia
Ross su inexpresivo rostro blanco y pensó que si no lograba sacar la nave de
esa zona, sin la protección de la Novena Flota de la Federación Terrestre, la
nave Kraken que la había dañado la encontraría sin remedio y después daría
buena cuenta de ella. El Predator no era un crucero débil, pero no podría
defenderse en el estado en el que se encontraba y, de todas maneras, nadie solo
podría luchar contra una escuadra de Kraken, ni siquiera una nave gigante de
los Ur podría hacerlo y no sabía a ciencia cierta cuántos lo perseguían.
Sin embargo, por
más que su cerebro buscaba una salida de la situación desesperada en la que se
encontraba, no la había y si bajaba a Ross igual no podría sacar a las valiosas
unidades Alpha de su sueño y los Kraken las matarían.
–Ptolomeo…
esperando instrucciones –dijo Enikan como si estuviera impaciente y Ptolomeo
levantó su cabeza.
–Enikan… inicia
procedimiento de desembarco en Ross y mantén la dotación clase Alpha en estado
de hibernación o podría descontrolarse –dijo Ptolomeo después de una corta
pausa para luego moverse hacia otra pantalla.
–¡Entendido,
Ptolomeo! –dijo Enikan.
–Has lo mismo con
los Kraken capturados en la nave del enemigo destruida e inicializa los
sistemas de reparación de emergencia del TFS Predator de inmediato. Es
necesaria la reparación urgente de los sistemas energéticos del crucero y de
los sistemas de sostenimiento de vida. Debemos ejecutar crono salto de
corrección cuanto antes –habló nuevamente el ISC con su voz calmada.
–Entendido,
Ptolomeo… Predator iniciando las rutinas de desembarco en planeta Ross –confirmó
Enikan y Ptolomeo pudo percibir como la nave de combate se impulsaba hacia la
órbita del planeta, cambiando su curso levemente.
El ISC permaneció
callado una vez más, observando con calma la pantalla grande en donde se
mostraba la superficie de Ross. Estaba seguro de que los Kraken los seguirían aun
en la superficie del planeta y no escaparían si no llegaba a las coordenadas de
la Novena Flota, e incluso así no había garantías. Pero sabía que las
reparaciones demorarían y era poco probable que lo lograra si permanecía en el
cosmos y obligaba a Predator a mantener altos niveles de gasto de su valiosa
energía.
La luminosidad de
los ojos de Ptolomeo pareció hacerse más débil cuando pensó en que había estado
tan cerca que era imperdonable que se perdieran sin poder hacer nada las
últimas unidades Alpha y sus datos, después de una década de su partida desde
la Tierra para contener la devastadora y cruel ofensiva Kraken. Habían estado en
tantos combates y escaramuzas que era una proeza si se tenía en cuenta que la
vida de un soldado humano no hubiera durado más que ocho minutos, y eso si
tenía suerte, porque los híbridos no eran humanos del todo pero sí en parte, y
por eso heredaron su debilidad característica.
El pitido de un
indicador se disparó y Ptolomeo movió su cabeza hacia otra pantalla de las
muchas que continuaban en la sala, esta vez una pequeña.
–Ptolomeo,
detectada caída catastrófica de potencia. TFS Predator en curso de colisión
–informó Enikan.
–Desvía la
energía de la sala de contensión. –ordenó sin pensarlo Ptolomeo, levantando un
brazo.
–Energía
desviada… veinte minutos para la pérdida de las muestras –reportó Enikan.
La cabeza del ISC
se volvió hacia la superficie oscura en que se soportaba. Estaba consciente de
que los Kraken iban a perecer en los contenedores sin que Enikan lo mencionara y
eso no le gustaba, los necesitaba tanto como a los Alpha para las investigaciones
y esa era una de las misiones de la Flota Élite, por eso se habían internado
peligrosamente en la zona de reproducción situada en Zetes. Pero no había otra
solución, la prioridad era que los híbridos llegaran a la Tierra y, por otro
lado, era probable que varios de los especímenes se mantuvieran con vida, pues
eran criaturas resistentes en extremo y lo habían demostrado en incontables
ocasiones.
–Es inevitable…
–dijo Ptolomeo luego de una pausa y sus ojos se posaron en la esfera gris que
cada vez se hacía más grande, sintiendo con sus sensores que la gravedad interna
de la nave se debilitaba.
Pero no pudo concentrarse
en sus pensamientos pues la voz de Enikan volvió a escucharse y una pantalla
holográfica se desplegó casi delante de su larga cara de pulido blanco.
–¡Alerta!
Detectando ventana de crono salto del enemigo, repito… –dijo la computadora
central.
En la pantalla pudo
verse que se desplegaba un portal de salto dimensional no lejos de la posición
del Predator y de su luz cegadora salía una de las naves de combate Kraken, una
verdadera nodriza, reintegrándose a sólo unos miles de kilómetros detrás del maltrecho
crucero de la Tierra.
–¡Kraken! Nos han
encontrado demasiado rápido –dijo el ISC como si estuviera entristecido, mirando
la imagen, y se quedó observando cómo la nave los detectaba y comenzaba a
seguirlos a la vez que mucho más lejos otra distorsión del campo se
manifestaba.
–Enikan, inicia
sistemas ofensivos MAG–10 y has disparos disuasivos a esa nave. Debemos
demostrarles que somos más poderosos de lo que nos vemos para evitar una
batalla con los Kraken. También necesitaremos encontrar un sitio en la
superficie de Ross donde Predator pueda ocultarse y pasar desapercibido –ordenó
Ptolomeo esperando que con la energía del Predator disponible se pudiera
disparar a sus enemigos sin que las maniobras se vieran perjudicadas.
–¡Entendido,
Ptolomeo! Estoy iniciando sistemas MAG–10 y preparando lanzamiento de una sonda
de procesamiento geológico hacia la órbita con la orden de búsqueda de sitio de
ocultamiento –reportó Enikan.
El sistema MAG–10
de un Spartan era lo suficientemente poderoso como para disuadir a una o dos
naves de guerra y si había suerte podían hacer tiempo y lograr que las naves
que habían llegado esperaran los refuerzos que sin lugar a dudas las seguían.
No obstante, la
suerte no estaba de parte de Ptolomeo y la voz de Enikan no demoró en oírse de
nuevo.
–Error grave de
inicialización. Energía insuficiente para la operación de los cañones MBK–2500
y la operación de los propulsores gravimétricos. Peligro, TFS Predator
vulnerable enfrente de nave de guerra hostil. Enemigo inicia maniobras de combate.
–dijo Enikan y la sirena comenzó a sonar como cuando habían llegado a Alfa
Centauri A.
Un humano se hubiera
desanimado por encontrarse en la situación en que se veía Ptolomeo,
desprotegido frente a un enemigo que lo superaba con su crucero inutilizado.
Pero la central de comandos no podía desanimarse, era una criatura diseñada
para esos casos y su frío cerebro cuántico siguió con la misma estrategia, lo
único que en vez de dispararles con los cañones de rango largo utilizaría otra
variante.
–Enikan, comienza
lanzamiento inmediato de los MWCT–G20KM restantes, ordena la destrucción de la
nave enemiga e inicia las maniobras de descenso. Debemos ocultarnos en Ross pase
lo que pase. –ordenó Ptolomeo.
–¡Entendido,
Ptolomeo! Los guardianes clase A, MWCT–G20KM Raider[2], están
siendo preparados para la batalla.
En ese mismo instante
unas criaturas mecánicas bípedas de considerable envergadura e impresionante
porte, con los brazos de borde exterior redondeado para que se parecieran a un semicírculo,
encendieron sus grandes ojos violáceos en uno de los inmensos depósitos del crucero
clase Spartan de la Tierra. Estaban colgadas de unos soportes metálicos cual
gruas corredizas pero éstos se pusieron pronto en marcha para irlas depositando
en la superficie de la sala.
–Enikan, guardián
de la clase A MWCT–G20KM Raider en línea y listo para el combate –decían las
máquinas con una potente voz electrónica a medida que concluían las rutinas de
comprobación de su IOSSAC[3], y se erguían
orgullosas.
Las criaturas robóticas
permanecieron unos segundos en silencio, observando lo que había delante de
ellas envueltas en la penumbra del depósito. En medio de esa negrura que las
rodeaba debido a la escasez de energía sus violáceos y luminosos ojos refulgían
como estrellas. Pero la calma que reinaba en la inmensa sala cayó hecha pedazos
por la voz electrónica de uno de los guardianes clase A, que la cubrió rebotando
contra las paredes.
–Entendido,
Enikan. Raider iniciando intercepción de nave enemiga marcada –informó después
de recibir instrucciones por medio inalámbrico.
Entonces, como si
lo hubieran ensayado para ese día, las últimas cuatro criaturas mecatrónicas
que despertaron de su letargo dieron varios pesados pasos comenzando a moverse
hacia una de las inmensas compuertas que había cerca de ellas.
Los poderosos
robots esperaron a que se separaran poco a poco, deslizándose, las puertas
blindadas que les estaban bloqueando su paso, para después continuar por su
camino hasta detenerse de nuevo, esta vez sobre una plataforma de grandes
dimensiones, y bordes naranjas y parpadeantes.
Las compuertas se
cerraron de nuevo con un zumbido de motores detrás de los cuatro guardianes
clase A y luego, en pocos segundos, delante de ellos comenzaron a deslizarse de
una manera silenciosa las puertas de grueso blindaje que conducían hacia el
cosmos.
Entonces, cuando
las negras fauces del espacio vacío se mostraron delante de ellos, heladas y
cubiertas de estrellitas lejanas y parpadeantes, se lanzaron en ellas uno
detrás del otro, y se convirtieron en rápidas naves de guerra, como si de cazas
a manera de platillo se tratara.
Las naves
pequeñas dieron una vuelta de reconocimiento a su nave nodriza y de su parte
delantera pronto emergieron los cortos pero potentes cañones blaster MBK–2100
con los que estaban equipados, y sus lanza misiles, que se pudieron ver en su
panza cuando se comenzaron a dirigir a donde la primera gigantesca nave Kraken se
había manifestado como un negro castillo metalico con largas columnas
piramidales, rodeado de una luz blanca como neblina.
–Enemigo
localizado, Enikan, iniciando la batalla –reportó la voz electrónica del MWCT–G20KM
que comandaba a sus compañeros de escuadra y ésta se escuchó claramente en la
sala del puente de mando del TFS Predator, en donde los ojos de Ptolomeo observaban
en la pantalla como los robots volaban hacia su enemigo, con sus propulsores
encendidos, sin que les importara para nada la evidente superioridad de su
contrincante.
Ptolomeo estaba
consciente de que los guardianes clase A no resistirían durante mucho tiempo a
los Destroyers de la nave Kraken, como se les llamaba a los exoesqueletos con
los que las feroces criaturas se cubrían, eran pocos para la desigual batalla. Pero
no disponía de nada más y necesitaba entretenerlos hasta que su nave se
ocultara, y esperaba que éstos le duraran lo suficiente para hacerlo.
–Descansen en paz,
hermanos, su sacrificio no será vano si los Alpha se salvan –murmuró viendo con
los sistemas de visión lejana como las ráfagas de rayos de un verde–azulado de
los blaster se estrellaban contra los encendidos escudos de la nave enemiga, y
a los Destroyers que iban saliendo en miríadas como siniestros puntos de luz
para hacerle frente a la nueva amenaza, pues incluso si los Raider eran
máquinas menos conscientes de su propia existencia, eran útiles y no los
menospreciaba.
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